Aprovechando la relativa calma informativa al respecto de la disposición final segunda de la Ley de Economía Sostenible (la que todos conocemos como Ley Sinde), me he puesto a hacer un ejercicio de realidad-ficción: ¿qué haría yo si fuese un asesor de la ministra y tuviese que contarle mis impresiones sobre la ley? Mi primera impresión, como usuario habitual de Internet y conocedor de sus recovecos, es que simple y llanamente no conseguirá lo que se propone, que es evitar que el internauta medio se pueda descargar con facilidad obras protegidas por derechos de autor.